México, DF, 7 de septiembre de 2004.

Subcomandante insurgente Marcos.

Presente.

En la primera parte de su comunicado, publicado en La Jornada el día 20 de agosto de este año, hace usted referencia a dos casos -Digna Ochoa y Noel Pável González- que han sido materia de investigación de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

En honor a la verdad y por la simpatía y respeto a usted y a su causa (simpatía expresada por mí en artículos y presencia en San Cristóbal) me siendo obligado a escribir estas líneas.

En el caso Digna Ochoa, nos pareció de momento a mí y a mis colaboradores que se trataba de un homicidio, pero a medida que se ahondó objetivamente y sin prejuicios en la indagatoria, los datos indicativos de que ella misma se privó de la vida se fueron acumulando, hasta que se llegó a la conclusión de que nadie más que ella estuvo en el lugar y fue ella misma la que se hirió primero en la pierna y unos minutos después en la cabeza.

Es importante recordar que, ante la opinión de grupos de amigos de Digna Ochoa y defensores de derechos humanos, se tomó la decisión de que se revisara toda la averiguación previa y se repitieran pruebas, por un equipo totalmente diferente al que inicialmente llegó a la conclusión del suicidio.

Acepté designar a un fiscal especial, que me propusieron, sin la mínima intervención de mi parte, los señores Rosario Ibarra de Piedra, Magda Gómez y Miguel Angel Granados Chapa, como representantes de la opinión contraria al suicidio; la persona designada fue la magistrada Margarita Guerra y Tejada, quien aceptó el cargo e integró un grupo de investigadores, agentes del Ministerio Público y peritos, totalmente ajeno al grupo inicial, algunos de los cuales fueron contratados como externos a la procuraduría.

La conclusión de la nueva fiscal, después de casi un año de trabajo, fue la misma a la que había llegado antes el primer equipo, encabezado por el licenciado Renato Sales Heredia.

En el caso del joven Pável, cuyo cuerpo apareció a más de 3 mil 900 metros de altura, colgado del travesaño de la cruz que está en la cumbre del Ajusco, conocida como Pico del Aguila, ha sido investigado también; se encontró un recado póstumo y otros indicios que hacen presumir que se trata de un suicidio. Sin embargo, a petición de familiares y compañeros, no se ha cerrado el caso y se continúa investigando. El recado póstumo está en un cuaderno de Pável, encontrado cerca de su cuerpo, en una mochila de excursionista, escrito con letra de él mismo, reconocida por su padre y confirmada por peritos en grafoscopía; este recado es una despedida y un mensaje a su familia.

Admito que a algunos les resulte difícil creer en las conclusiones a las que llegamos en estos casos, sobre todo después de tantos años y tantos precedentes de mentira y de acomodo a la conveniencia del momento. Admito también que ni yo ni quienes intervinieron en la investigación estamos exentos de haber cometido errores. Por eso, respeto a quienes, como usted, sostienen una opinión contraria. Lo que sí puedo asegurarle es que, en ambos casos, optamos por la verdad.

Sé que Digna Ochoa tuvo, desde su trabajo en el Centro Pro y junto con otros abogados, injerencia en la defensa de los presuntos zapatistas encarcelados a raíz de los hechos de febrero de 1995. Sé también que Pavel colaboraba con comunidades y municipios zapatistas. Eso y muchas otras cosas más dan fe de su compromiso y su generosidad. Pero ambos, como todo ser humano, eran una mezcla de luces y sombras. Sus indudables méritos y virtudes no se demeritan en nada ni por la decisión que tomaron, ni con otros rasgos de su vida, que aparecieron en la indagatoria.

Nada tiene que ver su trabajo con el resultado ministerial de la investigación; la conclusión del suicidio cuando se ha tomado, se ha formulado a partir del examen minucioso de las evidencias.

Los comandantes del CCRI del EZLN me hicieron el honor de invitarme a participar como asesor en una de las etapas de los diálogos de paz en Chiapas. Las convicciones que me llevaron a participar entonces, son las mismas de hoy.

El cargo que ocupo y en el que sirvo a mi ciudad es transitorio, no sé dónde estaré mañana, pero en cualquier lugar que sea, puede estar seguro de que esas convicciones serán las mismas.

Le ruego, finalmente, que sea el conducto para hacer llegar mi saludo a los indígenas zapatistas que tanto nos han aportado en este camino al cambio para mejorar.

Bernardo Bátiz Vázquez